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Iga Swiatek ya no intimida, Iga Swiatek ahora es vulnerable: “Ya no es invencible”

La tetracampeona, que no alza un título desde el paso previo por París y ha caído al quinto puesto, compite dentro de una burbuja de tensión y no logra desbloquearse

Swiatek selecciona las pelotas durante el partido ante Rybakina en la Chatrier.
Alejandro Ciriza

Se golpea el pecho Iga Swiatek: “Yeeeeesssss!”. Expulsa toda la tensión acumulada la polaca, esa tenista que se busca desde hace exactamente un año. Desde entonces, sequía. Ningún título. Y como trasfondo, un positivo por trimetazidina —melatonina para el desfase horario de los viajes, defendía ella— que retumba una y otra vez en el subconsciente de la última gran campeona en Roland Garros, cuatro títulos y una nueva victoria en la pista que ha hecho prácticamente suya; sufrida esta última contra Elena Rybakina, rendida finalmente en el tercer set: 1-6, 6-3 y 7-5, tras 2h 30m. Alivio para la de Varsovia, inmersa en un momento muy delicado. Van y viene los pensamientos.

“Ese episodio le afectó mucho”, desliza Chris Evert a este periódico, incidiendo en el estancamiento de una competidora estresada que no logra dar con la tecla: trabajo y más trabajo, pero no terminan de llegar los resultados; no, desde luego, acordes a su envergadura. Prácticamente inexpugnable durante gran parte de su recorrido en la élite, hoy día desprende una sensación de vulnerabilidad nunca vista y las adversarias lo detectan. De puertas afuera, ella se blinda, pero ese traqueteo incesante con la pierna durante la pausa en el banquillo vale más que mil palabras. Es el reflejo de un estado de ánimo, de un querer y no poder que continúa prolongándose.

“Soy capaz de salir de cualquier crisis”, concedía Swiatek a EL PAÍS recientemente, a su paso por la Caja Mágica de Madrid. Pero allí, entonces, otra decepción y más dudas. Otro chasco. ¿Dónde está aquella ganadora compulsiva? “Todos los jugadores, por muy buenos que sean, tienen sus altibajos”, aporta a este periódico Boris Becker, quien se declara “admirador” del juego de la tenista de Varsovia; “pero está claro que hay algo que no funciona, que no encaja. Cuando tienes una carrera larga, no tienes hambre ni motivación todos los años, y eso es normal. Ninguna carrera mejora cada temporada. Incluso Djokovic ha tenido algunas que no han sido tan buenas”.

El caso es que Swiatek cedió el trono mundial a la bielorrusa Aryna Sabalenka en octubre —4.845 de diferencia entre una y otra— y progresivamente ha ido perdiendo fuerza, la jerarquía intimidatoria que la distinguía. Ha descendido al quinto peldaño. Su trayectoria transmite que sigue ahí, todavía presente en las estaciones finales de los torneos, pero que no termina de reencontrar esa pegada que le permitía elevarse sobre las demás. Campeona en cuatro de las últimas cinco ediciones del grande francés, se expone ahora a recibir un impacto mayor en el caso de no conseguir defender el título, así que aprieta e intenta seguir abstrayéndose de la crítica: le urge desbloquearse.

En un bucle

Demasiado tiempo de vacío, demasiado nerviosismo últimamente. “No creo que sea posible no ser perfeccionista, pero seguro que hay formas de controlarlo un poco más”, exponía estos días. “Últimamente, cuando cometía algunos errores en la pista me centraba demasiado en ellos”, admite la polaca, quien se exigía un “cambio de actitud” para recuperar el acierto y la energía, escapar del bucle. De un modo u otro, todavía le persigue la sombra del episodio del curso pasado, cuando se anunció el positivo que respondía, arguyó ella, a las pastillas que consumía para tratar de paliar los problemas de sueño generados por tanto viaje. Fue suspendida un mes, a la carta; entre el US Open y la Copa de Maestras.

Swiatek devuelve de revés ante Rybakina.

“Ahora, las rivales saben emplear una estrategia para jugar contra ella y saben que ya no es invencible porque ha perdido partidos [nueve en 2025, por 31 victorias; sin trofeos ni final alguna]. No es ya solo que haya perdido confianza, sino que las demás ahora piensan que tienen una oportunidad real de derrotarle en tierra, y antes no era así”, añade Evert, quien confía en que más pronto que tarde Swiatek pueda revertir la situación. Para ello, qué mejor sitio que Roland Garros, donde estos días está viéndose a una tenista más estable que en las últimas fechas, no tan excitada, o al menos no a los niveles de la franja en la que la ansiedad se apoderaba de ella en cada partido.

De momento, cuatro triunfos en el Bois de Boulogne, donde el aficionado se pregunta si de verdad Swiatek (24 años) será capaz de dar otra vez con ese tenis tan granítico, sin fisuras, tan incontestable. Seamkova, Raducanu, Cristian y Rybakina, en última instancia, no han podido sacarle partido al estado de confusión de la campeona, que se parapeta bajo la visera y aprieta los dientes. “Necesitaba una victoria como esta”, observa tras remontar a la kazaja, con break abajo en la segunda manga. No es sencillo tener todo bajo control, hay que saber sufrir y encontrar soluciones. Este partido supone la confirmación de que estoy en la buena dinámica”, cierra, mientras Sabalenka, astuta, despeja y traslada más presión a la señalada: “¿La favorita? Yo estoy preparada, pero eso se lo dejo a Iga...”.

EL “CRUEL” ADIÓS DE PAOLINI

A. C. | París

La jornada de este domingo también deparó la eliminación de Jasmine Paolini, finalista en la pasada edición. La italiana, de 29 años y cuarta del mundo, no pudo con Elina Svitolina, pese a que el partido comenzase a su favor: 4-6, 7-6 (6) y 6-1.

Dispuso de 4-1 en el segundo set y tres puntos de partido antes de ceder en el desempate. “Ha sido cruel. Y en el tercer set he perdido el foco”, apuntó Paolini, que triunfó en Roma antes de llegar a París, de modo que se amortigua la pérdida de puntos.

Por otra parte, el avance de Aryna Sabalenka (7-5 y 6-3 a Amanda Anisimova) y el de Qinwen Zheng (7-6(5), 1-6 y 6-3 a Liudmila Samsonova) reúne de nuevo a ambas en unos cuartos de final. En conreto, serán los quintos que disputen tras los del US Open 2023 y 2024, y Miami y Roma este año.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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